Era un día cualquiera, bueno en realidad no como cualquiera,
porque al final resulto una noche que nunca se olvidará en sus vidas. Todo
comenzó meses atrás, comenzaron a conocerse, a bromear, a saludarse, a jugar
con sus miradas. Él era tan serio que a ella le parecía raro verlo sonreír,
pero cada vez que cruzaban ella trataba de sacarle una sonrisa. Ella siempre la
caracterizaba su sonrisa, con la mirada llena de vida.
Volviendo aquel día, en una tarde de Abril, ella estaba ahí
en la habitación llena de espejos, piso de madera, las luces empiezan a
encenderse porque estaba obscureciendo… Llegan un montón de gente entra y sale con abundancia, pero ella lo
esperaba a él, sabía la hora en que el apagaba la luz, y bajaba por las escaleras,
sabía que la observaban cámaras de seguridad, tenía que tener mucho cuidado…
Después de 5 minutos de salir toda la gente, el entro al cuarto, ella lo
observaba por los espejos, cada paso, cada movimiento, preciso y con seguridad…
Llega al Closet apaga las luces, y queda en total obscuridad, solo había una
luz, que era la de la luna. La única que reflejaba, sus rostros, sus cuerpos en
tan gran espacio.
Ella lo miró y le sonrío, salió una risa de nervios, su
cuerpo temblaba, las manos sudorosas, el pensamiento que la delataba, sus ojos
reflejando lo que sentía, sabía que se gustaban y era algo que no se podía
evitar. Todas las tardes se veían, algunas noches hablaban, y se esforzaban por
disimular. Sus ojos la miraron, ella se aferró a los de él. Como si el mundo no
fuese importante, pero no tenían casi tiempo, Todo tenía que salir al tiempo
calculado, si no se darían cuanta.
El apenas le dijo unas palabras, cuando ella se acercó y
acaricio su cara. Era tan cálida que se estremecía, apenas ella lo tocó, cuando
él la tomó de su rostro, se aproximó a su boca, parecía que nada los detuviese,
ella temblaba en sus brazos y cuando
menos lo percato, sus labios se estaban acariciando, sus manos estaban en la
cabeza de él, sentían sus cuerpos por primera vez tan cerca.
La adrenalina acorralaba sus cuerpos, pero el tiempo era
traicionero, y sabían que tenía que terminar de un momento a otro, entonces es
cuando lo contrajo aún con más fuerza hacía ella. Hiso sentir el beso como si
fuese de ella, y a nadie más se lo quisiera compartir. Fue tomando más potencia,
más frescura, sus labios eran suaves, sus lenguas jugaban, lo disfrutaban al
máximo, como si fuese el principio de un final.
Abrió los ojos, miro el reloj y se dio cuenta que habían
tomado más tiempo del calculado, se quiso desprender, cuando él la tomo por
última vez y la beso tiernamente, ella sonrío le dio un último beso, y mordió
un poco su labio, con sutileza, con cariño, con sensualidad, en busca de un
último beso. Se soltaron y se sonrieron.
El celular de ella empieza a sonar, no contesta pues ella sabía que la estaban
esperando. Por última vez lo mira a los
ojos, se da cuenta que sigue temblando, que siente mil y un cosas a la vez, que
se siente rara, pero está feliz. Se voltea y solo suelta un ´´Me tengo que ir´´
sin voltearlo a ver, se marcha.
La luna está llena de complicidad, no solo esa
noche ni en ese sitio, si, no en todo el mundo. Te das cuenta que en la
obscuridad pasan las mejores cosas, como ver dos cuerpos escapando de todas las
personas, para así poder emprender el amor.
¡CRÓNICA EXTRA!
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