martes, 27 de octubre de 2015

CÓMPLICES DE LA LUNA

Era un día cualquiera, bueno en realidad no como cualquiera, porque al final resulto una noche que nunca se olvidará en sus vidas. Todo comenzó meses atrás, comenzaron a conocerse, a bromear, a saludarse, a jugar con sus miradas. Él era tan serio que a ella le parecía raro verlo sonreír, pero cada vez que cruzaban ella trataba de sacarle una sonrisa. Ella siempre la caracterizaba su sonrisa, con la mirada llena de vida.
Volviendo aquel día, en una tarde de Abril, ella estaba ahí en la habitación llena de espejos, piso de madera, las luces empiezan a encenderse porque estaba obscureciendo… Llegan un montón de gente  entra y sale con abundancia, pero ella lo esperaba a él, sabía la hora en que el apagaba la luz, y bajaba por las escaleras, sabía que la observaban cámaras de seguridad, tenía que tener mucho cuidado… Después de 5 minutos de salir toda la gente, el entro al cuarto, ella lo observaba por los espejos, cada paso, cada movimiento, preciso y con seguridad… Llega al Closet apaga las luces, y queda en total obscuridad, solo había una luz, que era la de la luna. La única que reflejaba, sus rostros, sus cuerpos en tan gran espacio.
Ella lo miró y le sonrío, salió una risa de nervios, su cuerpo temblaba, las manos sudorosas, el pensamiento que la delataba, sus ojos reflejando lo que sentía, sabía que se gustaban y era algo que no se podía evitar. Todas las tardes se veían, algunas noches hablaban, y se esforzaban por disimular. Sus ojos la miraron, ella se aferró a los de él. Como si el mundo no fuese importante, pero no tenían casi tiempo, Todo tenía que salir al tiempo calculado, si no se darían cuanta.
El apenas le dijo unas palabras, cuando ella se acercó y acaricio su cara. Era tan cálida que se estremecía, apenas ella lo tocó, cuando él la tomó de su rostro, se aproximó a su boca, parecía que nada los detuviese, ella temblaba en sus brazos y  cuando menos lo percato, sus labios se estaban acariciando, sus manos estaban en la cabeza de él, sentían sus cuerpos por primera vez tan cerca.
La adrenalina acorralaba sus cuerpos, pero el tiempo era traicionero, y sabían que tenía que terminar de un momento a otro, entonces es cuando lo contrajo aún con más fuerza hacía ella. Hiso sentir el beso como si fuese de ella, y a nadie más se lo quisiera compartir. Fue tomando más potencia, más frescura, sus labios eran suaves, sus lenguas jugaban, lo disfrutaban al máximo, como si fuese el principio de un final.
Abrió los ojos, miro el reloj y se dio cuenta que habían tomado más tiempo del calculado, se quiso desprender, cuando él la tomo por última vez y la beso tiernamente, ella sonrío le dio un último beso, y mordió un poco su labio, con sutileza, con cariño, con sensualidad, en busca de un último beso. Se soltaron y se  sonrieron. El celular de ella empieza a sonar, no contesta pues ella sabía que la estaban esperando.  Por última vez lo mira a los ojos, se da cuenta que sigue temblando, que siente mil y un cosas a la vez, que se siente rara, pero está feliz. Se voltea y solo suelta un ´´Me tengo que ir´´ sin voltearlo a ver, se marcha.
La luna está llena de complicidad, no solo esa noche ni en ese sitio, si, no en todo el mundo. Te das cuenta que en la obscuridad pasan las mejores cosas, como ver dos cuerpos escapando de todas las personas, para así poder emprender el amor.    

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